
Situado en el Municipio de Tetla de la Solidaridad, nos encontramos con Tepeyololco, cuyo significado es literal: el lugar donde radica el corazón del monte. Pero también es una serie de conocimientos, un sitio alejado y tranquilo donde vive un felino. Este territorio nos recuerda que hace muchos años, cuando había menos ruido y el número de habitantes era reducido, por ahí merodeaba el ocelote, el que aún en la obscuridad observa y es temido por su ferocidad, algo muy diferente a la maldad, algo con lo que normalmente la solemos equiparar.
A unos días de que este mágico espacio cumpla quince años, María Guadalupe Corona Vargas, a quien todos conocen como: Guada, Lupita, o “Abuela Nahui Ollin”, nos comparte parte de la historia de este lugar.
Este sitio es parte de su vida desde hace 72 años. Nos comenta que la infancia veraniega y decembrina de los Corona transcurrió entre milpas, cosechas, el cortar tejocotes y nopales, y atrapar chapulines, entre otras actividades más que se desarrollaban dentro de ese corral que le pertenecía a Agustín Vargas, quien era su abuelo y a su hermana Julieta Vargas.
Tanto a su mamá como a sus hermanos les agradaba estar ahí y compartir con los vecinos, sembrar, mejorar el camino para “llegar al monte”, tener acceso al agua, porque en esa época escaseaba, en fin, creció amando esta tierra.
Cuando terminó la vida laboral de Lupita Corona en la ciudad de México buscó donde beber sus saberes.
Así fue como llegó a Tepeyololco, donde la comunidad la recibió como hija y empezó a dar profundidad humana a lo que había aprendido.
En esta región, casi central del estado de Tlaxcala existieron dos grandes culturas. Una de ellas era el náhuatl, traída a esta región por los desplazados de Texcoco.
Una de las consecuencias de la llegada de los europeos fue la pérdida del idioma originario, por lo que una de las primeras tareas de Tepeyololco fue rescatarlo.
En Tepeyololco se encuentran construcciones hechas con piedra volcánica y adobe, por lo cual se le denomina sitio ecológico.
Este lugar donde habita Lupita es mágico pues para ella y para los visitantes es extraordinario contemplar las moles de lava arrojadas por el Cuaxapo hace treinta siglos aproximadamente.
También hay días de poco ruido y canto de aves. Si no se le tiene miedo al frío, en las noches de invierno se siente que millones de estrellas caen sobre uno.
Otro de sus grandes atractivos es el temazcal, que anteriormente era una gran costumbre, pues “la arquitectura que canta” como denominó Mariana Yampolsky a las casas que descubrió en Tlaxcala, se fue cambiando a modelos más cómodos, lo que ha destruido el romance con la Naturaleza.
Fue hace XV años cuando la Abuela Nahui Ollin regresó a sus orígenes, y junto con sus hermanas e hija iniciaron un sueño. Edificaron dos temazcales que se unieron a uno ya legendario, se remodelaron instalaciones, algunas de más de 150 años e iniciaron diferentes eventos con el fin de rescatar los saberes de la región.
Tepeyololco, un lugar fantástico e idílico, que te recibe con los brazos abiertos para reencontrarnos con nuestros orígenes, a través de la convivencia con la naturaleza y con nuestros ancestros, quienes juegan con nosotros a esconderse para que podamos encontrarlos entre el canto del aire entre los árboles, el fuego del temazcal cuando nos comienza a sanar, la tierra que pisamos descalzos y nos conecta con nuestra realidad y el agua que nos revitaliza y nos da vida.
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