
En 2008 colaboraba como Coordinadora de Arte y Cultura en el Municipio de Apizaco, por razones de trabajo con frecuencia me desplazaba entre el edificio de la Presidencia Municipal y el de la Tesorería, pues en este último se ubicaba mi oficina.
Siendo las mañanas frías una de las características de Apizaco, mi ciudad natal, en esos recorridos me desplazaba por la calle Cuauhtémoc sobre la acera donde ya se posaba el sol, y fue en uno de esos trayectos donde me encontré con Miguel Carrera Cervón, era la primera de varias ocasiones en las que por azahares del destino nos encontramos frente a la entrada de la entonces zapatería “La Barata”, una gran coincidencia, pero esto se repitió una y otra vez en ese preciso lugar.
En esas pláticas Miguel me hablaba de su tío, el reconocido poeta apizaquense, Don Germán Cervón del Razo, además me comentaba que su abuelita, su mamá y sus tías habían participado en diversas actividades culturales, en especial en el teatro, platicaba todo esto con gran emoción, puedo decir que hasta con la mirada sonreía.
Una tarde del mes de mayo, me encontraba en casa a la hora de comer, Miguel me llamó y me dijo que iría a verme porque me quería mostrar algo. Llegó con unos papeles enrollados, eran programas originales que anunciaban funciones de teatro que habían tenido lugar en diferentes teatros de Apizaco, desde 1904.
Me los dejó para que los viera con calma y se retiró. Con una inmensa sorpresa fui viendo uno por uno, era como si me fuera adentrando en un mundo maravilloso totalmente desconocido para mí.
Sabiendo que la Maestra Olimpia Guevara es una investigadora y estudiosa del teatro, le envié un mensaje para preguntarle si ella sabía de la existencia de estos teatros y que tenía como testimonios unos programas que así lo demostraban.
No pasaron cinco minutos cuando ella me llamó, me dijo que no soltara los programas y que venía en ese momento para Apizaco, ya que se encontraba en Tlaxcala.
Tanto para ella, como para otros apizaquenses, fue una gran novedad pues se desconocía en gran parte la actividad teatral que había tenido Apizaco en esos años.
Poco después, en compañía del Maestro Francisco Huerta fuimos a mostrar esos programas al señor Hugo García Méndez, ya que su papá había tenido una importante participación en esos montajes.
Estando ahí la Maestra Olimpia preguntó a don Hugo dónde había nacido y vivido su papá, a lo que él contestó que en la casa donde después se encontraba la zapatería “La Barata”. Sentí una descarga eléctrica que recorrió mi cuerpo desde la punta de mi cabeza hasta la punta de mis pies.
Unos días más tarde encontré al Ingeniero Rodolfo Aguilar en el Centro Cultural La Libertad, le comenté acerca de los programas de teatro y que ahí aparecía el nombre de Rodolfo Aguilar, me dijo que se trataba de su papá, quien había tenido un restaurant donde se reunían personas para programar obras de teatro, estaba justo arriba de donde estaba la zapatería “La Barata”, una vez más sentí una descarga eléctrica recorrer mi cuerpo. Con ella llegó el teatro a mi vida.
Tiempo después descubro que mi mamá, quien era maestra de escuela, gustaba de montar obras de teatro, mi hija Ana Laura Lima es actriz, y mi Apizaco querido es una ciudad progresista en la cual el teatro ha sido un instrumento importante en su desarrollo, ya que las funciones que se realizaban eran con un fin benéfico. He tenido también la grata experiencia de conocer a personas que fueron parte de esta vivencia.
Miguel Carrera Cervón falleció en 2014, dejándome estos programas que aún tienen mucho que contar.
- Esta crónica, de mi autoría, aparece en el libro: “Memorias de una ciudad Centenaria”.