Estudios recientes llevados a la práctica en laboratorio, sugieren que el crecimiento de un tumor se desencadena debido a la inflamación causada por partículas contaminantes diminutas encontradas en el aire que respiramos.
La contaminación del aire podría ser una de las causas principales de distintos tipos de cáncer de pulmón. Se descubrió que la inflamación por la existencia de partículas contaminantes en los pulmones puede desarrollar un tumor, además de fomentar la proliferación de células con mutaciones que provocan la enfermedad del cáncer.
Este nuevo hallazgo se pudo determinar gracias a una nueva investigación que usa datos de salud humana y a la experimentación con ratones de laboratorio. Los resultados, publicados en la revista científica Nature, proporcionan un mecanismo que podría aplicarse a otros tipos de cáncer y determinar si son causados por la exposición a contaminación ambiental; por ende, algún día podrían conducir a una nueva forma de prevenirlos.
“La idea es que la exposición a carcinógenos podría promover el cáncer sin hacerle nada al ADN”, dice Serena Nik-Zainal, genetista médica de la Universidad de Cambridge, Reino Unido. “No todos los carcinógenos son mutágenos”.
Contaminación ambiental que causa cáncer
La contaminación del aire causa millones de muertes en todo el mundo cada año, incluidas más de 250,000 por algún tipo de cáncer de pulmón llamado adenocarcinoma. Aun cuando ha sido difícil investigar cómo la contaminación del aire desencadena el cáncer, en parte porque sus efectos son menos pronunciados que los de los carcinógenos mejor estudiados, como el humo del tabaco o la luz ultravioleta, señala la investigación, de puso llegar a resultados óptimos.
Para descifrar el mecanismo, el investigador del cáncer Charles Swanton del Instituto Francis Crick de Londres y sus colegas extrajeron datos ambientales y epidemiológicos del Reino Unido, Canadá, Corea del Sur y Taiwán. Para disminuir la contribución del humo del tabaco a los datos, el equipo se centró en los tipos de cáncer de pulmón que portaban mutaciones en un gen llamado EGFR. Estas mutaciones son más comunes en el cáncer de pulmón en personas que nunca han fumado.
El equipo descubrió que el cáncer de pulmón con mutaciones en EGFR estaban asociados con la exposición a la contaminación del aire en forma de partículas finas, aquellas con un tamaño inferior o igual a 2.5 micra, menos de una décima parte del ancho del grano de polen promedio. Estas son conocidas como PM 2.5 y las emiten los motores de combustión interna, las centrales eléctricas de carbón, la quema de combustibles fósiles (madera, hojas secas, etc.), incendios, la incineración de basura u otros derivados del plástico, entre otros.
Metodología y experimentación
Para obtener más información, el equipo diseñó ratones de laboratorio para que portaran una mutación de EGFR asociada con el cáncer humano. Los ratones expuestos a partículas similares a las que se encuentran en la contaminación del aire tenían más probabilidades de desarrollar tumores pulmonares que los ratones de control que no estuvieron expuestos.
Pero a pesar de las tasas más altas de cáncer de pulmón, los ratones no mostraron un aumento en el número de mutaciones en sus células pulmonares. En cambio, hubo signos de una respuesta inflamatoria sostenida que duró semanas después de la exposición a las partículas.
Resultados
En conjunto, los resultados sugieren que la contaminación del aire fomenta la proliferación de células mutadas que ya existen en el pulmón, potencialmente como consecuencia de los errores de ADN que se acumulan durante el envejecimiento. “El principal mecanismo por el cual la contaminación del aire causa cáncer no se debe a la inducción de nuevas mutaciones”, dice Allan Balmain, investigador de cáncer de la Universidad de California en San Francisco. “Es esa inflamación sostenida que se vuelve crónica lo que es esencial para que estas células mutadas se conviertan en tumores”.
Estudios anteriores han encontrado que las células portadoras de mutaciones asociadas con el cáncer a veces se encuentran en tejido sano. Swanton y sus colaboradores observaron la frecuencia de las mutaciones de EGFR en tejido pulmonar no canceroso y descubrieron que estaban presentes en aproximadamente una de cada 600,000 células. “Están ahí”, dijo la coautora del estudio, Emilia Lim, genómica del cáncer en el Instituto Francis Crick, en una conferencia de prensa. “Son raros, pero existen”